¿Por qué no me llevaste a mí? es la manifestación constante del acto de resignificar el material del que estamos hechos: el sentido. Hoy son nuestros cuerpos imposibilitados y vulnerables como territorios de una historia hacia atrás y hacia adelante. Es el rechazo, la reescritura y la reformulación de estos relatos, imágenes y recuerdos que conforman el horizonte simbólico del que somos parte. 

Nos estamos sacando, poniendo, llenando, pegando, ensuciando, limpiando, vaciando y usando lo que usamos para dejar de usarlo, y volverlo a usar ¿pero dónde pongo este cuerpo? No estamos bailando, estamos bailando.